El gobierno federal, en una mala racha con sus políticas tributarias, enfrenta una verdadera tormenta perfecta (como suelen decir los economistas). El ministro de Hacienda se convirtió en objeto de memes y críticas intensas debido a su obsesión por aumentar los impuestos y la recaudación a toda costa, siendo irónicamente apodado Fernando "Impuestos".
La percepción de la población, principalmente de las clases más pobres, debería empeorar con la nueva tasa sobre productos importados de hasta US$ 50, que entrará en vigor el próximo mes. Incluso antes de que comience agosto, plataformas como AliExpress y Shopee adelantaron la cobro del impuesto, popularmente llamada "tarifa de las blusas", para el 27 de julio. Inicialmente, este cobro estaba programado para el 1 de agosto, según lo estipulado por el Ministerio de Economía. La nueva tasa se aplicará a compras internacionales de hasta US$ 50, con una tasa del 20%.
Las plataformas justifican la anticipación como una medida para adaptarse al nuevo sistema de tributación, debido al plazo necesario para ajustar las declaraciones de importación. Esta anticipación es la causa de un desfase entre el momento de la compra y la declaración en la Aduana.
Una nueva tasa del 20% sobre compras internacionales de hasta US$ 50 resulta en una carga tributaria total del 44,5%, considerando el ICMS actual del 17% más el impuesto de importación (20%). Este cálculo aparentemente distorsionado, donde el 20% + 17% resultan en 44,5%, es una consecuencia del artificio matemático del "impuesto por dentro", una estrategia fiscal brasileña para aumentar la tasa efectiva.
Con la implementación de la nueva tasa, el precio de las compras internacionales aumentará significativamente. Por ejemplo, una blusa de 30 dólares, que actualmente solo está gravada con el ICMS del 17%, tiene su precio elevado a 36,15 dólares. Con la nueva tasa de importación, el precio de la blusa subirá a US$ 43,38. Considerando un dólar a R$ 5,60, los precios en reales serían R$ 168,00 sin impuestos, R$ 202,45 con ICMS y R$ 242,93 con ICMS y la nueva tasa federal. Los impuestos añaden casi R$ 75,00 al precio de un producto de 30 dólares, una cantidad que puede afectar significativamente el presupuesto de las familias más pobres y en sus compras que eran "baratas".
Es lamentable que el gobierno opte por esta penalización adicional, sobre todo en un momento de crisis económica en el que las clases más bajas ya están luchando con el aumento del costo de vida. La "tasa de las blusitas" es otro ejemplo de cómo los gobernantes están desconectados de la realidad de la población. En lugar de buscar soluciones que fomenten el crecimiento económico y la generación de empleo, prefieren aumentar los impuestos de manera indiscriminada, perjudicando a los más vulnerables.
Brasil necesita urgentemente una reforma tributaria justa, que alivie la carga sobre los más pobres e incentive la producción y el consumo. El gobierno actual, sin embargo, parece estar más preocupado en llenar las arcas públicas a costa del trabajador. Es hora de repensar esas políticas y buscar alternativas que realmente beneficien a la población, y no solo los intereses de unos pocos.