Con la llegada de la Reforma Tributaria, la introducción del Impuesto sobre Bienes y Servicios (IBS) y la Contribución sobre Bienes y Servicios (CBS) marca un cambio estructural para el entorno empresarial en Brasil. Entre los mecanismos previstos, el llamado *split payment* o pago desmembrado, quizás sea uno de los dispositivos más disruptivos desde el punto de vista operacional, financiero y sistémico.
En este nuevo modelo, el valor del impuesto se segrega automáticamente al momento de la transacción y se transfiere directamente al fisco. Por lo tanto, el proveedor solo recibe el valor neto. Si bien la propuesta busca combatir la evasión fiscal y optimizar la recaudación, requiere revisiones profundas en los procesos empresariales y genera incertidumbres importantes, especialmente para los líderes de las áreas financiera, comercial, fiscal, logística y tecnología.
Esto se debe a que, en la práctica, el pago dividido requiere un nuevo diseño de flujo de caja, fijación de precios, gobernanza sistémica y renegotiación contractual. Por lo tanto, la alta gerencia se sitúa en una posición protagónica y pasa a operar no solo como apoyo a la transición fiscal, sino como agente estratégico para garantizar la continuidad, liquidez y resiliencia.
El flujo de caja de las empresas se verá directamente afectado. Con un valor líquido menor, será necesario reestructurar el capital de trabajo, revisar las proyecciones financieras y renegociar los límites bancarios, incluso porque la previsibilidad financiera, elemento esencial para el resultado, se verá comprometida inicialmente.
Además, la liquidez de los proveedores también puede verse afectada, impactando los plazos de entrega y los contratos logísticos. Las cadenas interdependientes, como la distribución y la reventa, pueden sufrir rupturas operacionales; y la reducción en el valor líquido recibido puede forzar ajustes en la fijación de precios, descuentos y comisiones, generando revisiones en los contratos con grandes clientes e impactando los márgenes.
La conciliación entre lo retenido, lo replanteado y lo registrado exige ahora una gobernanza digital intensa y una mayor inversión en control interno. Un error técnico puede transformarse rápidamente en pasivo fiscal y reputacional.
Es importante destacar que los ERP, pasarelas de pago, módulos fiscales y contables deberán estar integrados de punta a punta para gestionar el desmembramiento tributario. Las empresas con múltiples sistemas o baja madurez digital enfrentarán altos costos de integración y riesgo de inconsistencia.
Las incertidumbres prácticas aún preocupan mucho al mercado.
A pesar de las directrices generales, diversos escenarios operativos aún no tienen una definición clara de cómo funcionarán en la práctica bajo el régimen de pago fraccionado. Esto eleva la complejidad y enciende alertas para los líderes empresariales.
Algunos de los puntos planteados giran en torno a cómo funcionará la devolución de mercancías después de que el impuesto ya se haya recaudado. ¿Cómo será el proceso de ajuste en casos de bonificación, descuento comercial o cancelación de factura? ¿Habrá una vía automatizada para el reembolso de impuestos pagados indebidamente o de valores a recuperar? ¿Estará el sistema tributario preparado para manejar el volumen y la diversidad de las transacciones en tiempo real?
Estas preguntas sin respuesta aún indican que el impacto del pago fraccionado no se limita al ámbito fiscal. Afecta al corazón de las operaciones y al margen operativo de las empresas, exigiendo la revisión de procesos, la reestructuración de costos y el rediseño de la cadena de valor.
Para la alta dirección, esto significa actuar de forma anticipada, evaluando escenarios financieros simulados, los impactos en el presupuesto y la capacidad de la empresa para absorber variaciones en el flujo de caja. Después de todo, toda esta complejidad se traduce, al final del día, en resultados, que dependen directamente del flujo de caja.
Este nuevo escenario exige que las empresas se preparen con antelación, realizando simulaciones y revisando los valores a través de soluciones de cálculo externo, con el fin de asegurar el cumplimiento tributario, centralizar las normas fiscales y garantizar que los montos segregados, acreditados y conciliados estén en total conformidad con la legislación vigente. Después de todo, si hasta hoy ya hay retenciones y burocracias para que el contribuyente recupere los valores que le corresponden, imagine el impacto y la complejidad en un sistema estructurado en el pago fraccionado.
Con ello, las empresas han percibido diversas ventajas, como la reducción de errores humanos y el retrabajo, la agilidad en la adaptación a los cambios legales sin paralización de los sistemas, la integración con los ERP y múltiples sistemas de gestión, esenciales para operaciones de gran envergadura, y una mejor previsibilidad fiscal y financiera.
La Reforma Tributaria y, especialmente, el pago dividido, deben entenderse como un nuevo capítulo de la gobernanza empresarial. Los CEOs, CFOs, COOs y líderes de los áreas críticas deben asumir el protagonismo desde ya, promoviendo una respuesta sistémica a la altura de la complejidad involucrada.
¿Todavía crees que este tema es solo un desafío para el área fiscal y TI? El pago dividido demuestra lo contrario. Redefine procesos, afecta las decisiones de precios, el flujo de caja, las inversiones e incluso la forma en que el mercado percibe a la empresa. Aquellos que no asuman el protagonismo ahora, descubrirán demasiado tarde que pueden haber perdido el control.
Thais Borges es directora comercial y de marketing de Sistax, Empresa que desarrolla soluciones tecnológicas orientadas al mercado tributario.