InicioNoticiasLegislaciónLa Ley de Innovación busca reunir a empresas, el Estado y las instituciones científicas para impulsar.

Ley de Innovación busca acercar empresas, Estado e instituciones científicas para impulsar el desarrollo

Creada en 2004 y reformulada en 2016, la Ley de Innovación (Ley 13.243) tiene como función principal crear un entorno seguro para la colaboración entre empresas, instituciones de investigación y el poder público. Más que un simple conjunto de reglas, la legislación representa una estrategia para garantizar que Brasil pueda transformar el conocimiento en desarrollo económico y políticas públicas más efectivas. 

Para el asesor jurídico de la Fundación para el Desarrollo de la Investigación en Agronegocios (Fundepag), socio fundador de Silva Ribeiro Advogados Asociados, médico y maestro de la PUC/SP y profesor de Procedimiento Civil de la PUC-SP/COGEAE, Leonardo Ribeiro, la ley permite, de manera de manera sólida y segura, una asociación entre diversos actores, como agencias públicas, instituciones públicas de investigación, empresas privadas y organizaciones del tercer sector, para que todos puedan buscar soluciones innovadoras.  

Según el abogado, uno de los méritos de la ley es romper con la idea, aún común, de que los contratos con el gobierno son siempre desequilibrados y burocráticos. “Existe cierto temor de las instituciones privadas a aliarse con el poder público. La lógica que tiene, y que se equivoca, es que estas alianzas traen cláusulas abusivas. La Ley de Innovación no parte de esta premisa, al contrario, crea instrumentos legales que posibilitan una relación más equilibrada, más horizontal”. 

Ya, el abogado del Estado de Sao Paulo, coordinador del Núcleo Temático de Propiedad Intelectual e Innovación de PGE/SP, maestría en Derecho Económico, doctor (Ph.D) en Derecho Administrativo, Rafael Carvalho de Fassio, destaca que la innovación es más que un diferencial competitivo: es una necesidad. “La innovación no es algo que hagamos porque sea genial. Innovar es una estrategia de supervivencia. Para la empresa es lo que le permite permanecer en el mercado; para el Estado es una herramienta de crecimiento y desarrollo”. 

Fassio recuerda que la legislación surgió de la percepción de que el derecho administrativo tradicional no ofrecía mecanismos adecuados para las asociaciones destinadas a la innovación. “Casi nada en la ley era imposible de hacer antes. Lo que hizo fue facilitar, simplificar y ofrecer seguridad jurídica, siendo una respuesta a la ineficiencia de las costumbres tradicionales del Estado”, señala. Para él, la premisa principal de la legislación es precisamente la asociación. “Nadie crece solo. El sector privado necesita el capital intelectual de las instituciones públicas y el Estado necesita inversiones y la agilidad de las empresas. La ley de innovación intenta facilitar esta reunión”. 

En la práctica, para una empresa interesada en innovar, el primer paso es identificar qué dolor se desea resolver, ya sea un producto, un servicio o un proceso. A partir de ahí, la legislación permite alianzas con instituciones de investigación públicas o privadas. “Lo importante es que todos estos actores estén disponibles y la ley traiga los mecanismos para que las alianzas se produzcan de manera segura”, afirma Leonardo Ribeiro. 

Estas colaboraciones pueden generar soluciones que, además de satisfacer las demandas del mercado, se transformen en propiedad intelectual compartida, contribuyendo a generar ingresos, fortalecer el ecosistema científico y beneficiar a la sociedad. 

Controles legales y certeza 

Aunque aporta más flexibilidad, la Ley de Innovación también prevé mecanismos de control y seguimiento. “Propone instrumentos legales en el estante para formalizar las asociaciones. Existe control legal, control de aplicación, durante la vigencia de la asociación y, en caso de uso de recursos públicos, rendición de cuentas”, explica Ribeiro. 

Según el fiscal, el control es una cuestión delicada, especialmente en la administración pública.“El gestor público, por miedo a la rendición de cuentas, muchas veces evita formas innovadoras y reproduce prácticas ya conocidas. La ley ayuda a reducir este miedo ofreciendo seguridad jurídica para acciones más audaces”. 

El desafío, según los expertos, es cultural.“Es necesario tener humildad intelectual. La empresa necesita reconocer el valor del conocimiento que hay en el sector público y el Estado necesita comprender la importancia de la inversión privada para la investigación. La Ley de Innovación sirve exactamente para permitir estos intercambios de manera justa, eficiente y segura”, señala Fassio. 

Inteligencia artificial e innovación: una convergencia inevitable 

La reciente popularización de la inteligencia artificial (IA), especialmente con herramientas como ChatGPT, ha acercado el debate sobre la innovación a audiencias que antes no se veían insertadas en este contexto. Para los expertos, este movimiento puede ser decisivo para ampliar la comprensión de la importancia de la Ley de Innovación. 

“Una inteligencia artificial estaba mucho más cerca de nosotros. Cuando se socializó ChatGPT, todos comenzaron a discutir cuál sería el impacto de esta tecnología en la salud, el empleo, el derecho y el periodismo. Este debate abandonó la academia y pasó a formar parte de la vida cotidiana. Esto ayuda a que aquellos que tradicionalmente no están involucrados en la innovación comprendan cómo estos avances impactan directamente nuestras vidas”, explica Fassio. 

Según el fiscal, al darse cuenta de que tecnologías como la IA ya están transformando la forma en que las personas trabajan y toman decisiones, empresas e instituciones comienzan a buscar con mayor interés los instrumentos legales que permitan viabilizar proyectos innovadores, y es en este punto que la Ley de Innovación juega un papel fundamental. 

Leonardo Ribeiro, que también investiga el tema a nivel académico, comparte la misma visión. “La inteligencia artificial es innovación en la línea. Ella vino a revolucionar nuestra relación con el mundo, con nuestro trabajo y con todo lo que hacemos”, afirma. Aunque todavía estamos, según el abogado, lidiando con lo que se llama inteligencia artificial débil”, es decir, sistemas especializados en tareas específicas sin autonomía ni conciencia, el potencial transformador ya es evidente. “Cuando pasemos a una inteligencia artificial fuerte, entonces será una revolución. Hoy en día, las tareas que un ser humano tardaría días en realizar se resuelven en segundos. 

En opinión de los expertos, la inteligencia artificial no es sólo un aliado de la innovación, sino que será cada vez más central en los procesos de investigación, desarrollo y formulación de políticas públicas.“Será un socio muy importante para quienes quieran innovar, tanto en el sector público como en el privado”, predice Ribeiro. 

Propiedad intelectual, seguridad jurídica y equilibrio entre socios 

Una de las cuestiones más delicadas en materia de innovación es la gestión de la propiedad intelectual. Según Rafael Fassio, es precisamente en este punto que la Ley de Innovación promueve avances significativos, ofreciendo reglas claras para proteger las creaciones y asegurar una distribución justa de los derechos entre los involucrados. 

“Cuando nos ocupamos de la propiedad intelectual, hablamos de la protección de una creación que muchas veces es resultado de la colaboración entre dos o más partes, ya sean públicas, privadas o ambas instituciones. La Ley de Innovación permite establecer criterios proporcionales, basados en lo que cada parte ha aportado, ya sea capital financiero, conocimientos técnicos o infraestructura”, explica el fiscal. 

Además, señala que las negociaciones deben prever cláusulas de confidencialidad desde el principio. “Es importante que las partes firmen un acuerdo de confidencialidad al principio de la negociación. Esto protege tanto lo público como lo privado y permite una conversación más franca, protegiendo cualquier secreto industrial o estratégico que pueda estar involucrado en el” proceso. 

Leonardo Ribeiro refuerza que este tipo de protección no sólo es legítima, sino necesaria, incluso para el sector público. “Había un viejo prejuicio de que el Estado no podía trabajar con información confidencial, porque todo lo que hace debe ser público. Pero esto es un error. Cuando el gobierno se involucra en la innovación, es natural que necesite proteger datos estratégicos hasta que el proyecto esté maduro”. 

Otro paradigma que la ley ayuda a romper tiene que ver con la idea de que el Estado siempre debe tener la mayoría o todos los derechos sobre los resultados de una asociación. La lógica ahora es la negociación horizontal, en la que no hay prevalencia automática del Estado sobre el socio privado, y cada uno recibe tanto como su esfuerzo. 

Según los expertos, la legislación permite incluso que la totalidad de la propiedad intelectual permanezca en manos del socio privado, cuando tiene sentido.“La ley reconoce que cada proyecto tiene sus particularidades. Autoriza a adaptar la división a la realidad de la sociedad, sin gravámenes generalistas”, explica Fassio. 

La transparencia es también un pilar importante para el éxito de estas colaboraciones. “Una vez finalizada y llevada la creación al mercado, es indispensable mantener un intercambio constante de información entre socios regalías y todo el mundo necesita saber qué se está haciendo con el producto o la tecnología desarrollada. Sin esto, las relaciones pueden erosionarse e incluso dar lugar a disputas legales complejas”, afirma el fiscal. 

Asimismo, Ribeiro añade que la Ley de Innovación garantiza que el investigador público también pueda recibir por los frutos de su trabajo. Establece claramente la posibilidad de remuneración, división de regalías y explotación comercial, tanto para lo público como para lo privado. 

El cambio de cultura que fomenta la ley, valorando la confianza mutua, la seguridad jurídica y el reconocimiento del esfuerzo proporcional, es, para los expertos, un paso decisivo hacia un ambiente más fértil para la innovación en Brasil. 

El desconocimiento y la burocracia aún obstaculizan la aplicación de la Ley de Innovación 

Además de las barreras legales e institucionales, dos obstáculos centrales aún comprometen la plena efectividad de la Ley de Innovación en Brasil: el desconocimiento por parte de los actores involucrados y la excesiva burocracia que impregna el sector público.  

“Existe una falta de conocimiento tanto del lado público como de las universidades e instituciones de investigación. A menudo, cuando presentamos la ley en conferencias, la gente se sorprende; ?De nosotros, ¿podemos hacer todo esto?', dice Fassio. Según él, este distanciamiento revela un profundo vacío en la comunicación de la legislación y su apropiación práctica por parte de los agentes públicos. 

La burocracia, a su vez, también se impone como un bloqueo recurrente. La llamada “pagain de los” bolígrafos, la parálisis de decisiones provocada por el miedo de los gestores públicos a innovar sin un apoyo jurídico claro, hace que muchas administraciones sigan funcionando con los mismos instrumentos que siempre, incluso cuando están obsoletos. “El directivo prefiere utilizar lo que sabe, lo que viene haciendo desde hace 20 años, para correr el riesgo de responder por algo nuevo”, explica Fassio. 

Para intentar sortear este escenario, iniciativas como el Conjunto de Herramientas del Marco Jurídico para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, desarrollado por la Fiscalía del Estado de Sao Paulo, han ofrecido soluciones prácticas. Con la propuesta de simplificar, el proyecto reúne documentos modelo. y lineamientos paso a paso para la aplicación segura de los instrumentos legales previstos en el marco legal, funcionando como una especie de "legal para los gestores públicos". 

“Comenzamos con 10 documentos en 2021, hoy ya tenemos 12 y nos ampliaremos a 15. Es un proyecto que se ha convertido en un referente nacional y ha sido utilizado por otros estados e instituciones”. La iniciativa también se está internacionalizando con versiones bilingües (portugués-inglés y portugués-español), con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Laboratorio Brasil. 

Aún así, existen obstáculos estructurales que dificultan la estandarización de los procedimientos. Como recuerda el abogado Leonardo Ribeiro, existe una disparidad significativa entre los instrumentos utilizados en las diferentes esferas de gobierno. Si bien el Conjunto de Herramientas se utiliza ampliamente en Sao Paulo, a nivel federal todavía prevalecen diferentes modelos, más complejos y no dialogan directamente con el Estado. 

Esta divergencia normativa acaba generando inseguridad jurídica para entidades públicas y privadas que deseen establecer alianzas en ciencia, tecnología e innovación. “Cuanto más modelos preaprobados tengamos, mejor. Esto aporta seguridad tanto para el organizador de gastos como para el empresario que quiere invertir”, refuerza Ribeiro. 

Apoyar las fundaciones como vínculo estratégico 

Presentes en varios proyectos de innovación, las fundaciones de apoyo, como Fundepag, cumplen una función estratégica al operacionalizar acciones, contratar personal y gestionar recursos más rápidamente que la gestión directa. 

“Las instituciones que tienen fundamentos de apoyo son precisamente las que más aplican la ley. Este es un hecho empírico, no una” opinión, subraya Fassio. El trabajo de las fundaciones permite eludir, en parte, la lentitud de los procesos administrativos tradicionales, especialmente en áreas como la oferta y la gestión financiera de proyectos. 

Pese a ello, tanto los representantes del sector público como del sector privado necesitan ajustar sus expectativas. “El empresario necesita entender que, al contratar con el Estado, no es posible imponer las reglas del sector privado. Existe un conjunto de reglas específicas que garantizan la isonomía y” el control, reflexiona Riberiro. Para él, es necesaria la búsqueda de un término medio, con mayor comprensión y flexibilidad de ambas partes, para desbloquear alianzas. 

Aunque los avances son reales, queda un largo camino por recorrer. La estandarización de entendimientos jurídicos, la mayor difusión de modelos como el Toolkit y el fortalecimiento de las bases de apoyo son piezas clave para hacer de Brasil un entorno más favorable para la innovación. “La innovación es algo rápido. Y el gobierno muchas veces no tiene estructura para mantenerse al día con esta velocidad. Por lo tanto, cuanto más preparados y seguros tengamos los instrumentos legales, mejor para todas las partes”, concluye Leonardo Ribeiro. 

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