La inflación ha provocado cambios significativos en los hábitos de consumo de la población brasileña. Una encuesta realizada por Brazil Panels Consultoria, en colaboración con Behavior Insights, revela que 41,8% de consumidores comenzaron a comprar alimentos a mayoristas para ahorrar. El estudio, que escuchó a 1.056 brasileños de todas las regiones del país entre el 11 y el 23 de marzo de 2025, destaca el peso del aumento de precios en el presupuesto interno y las estrategias adoptadas para sortear este escenario.
Según la encuesta, 95.1% de los encuestados afirman que el coste de la vida ha aumentado en los últimos 12 meses. Sólo 3% consideran que los precios se han mantenido estables y 1.9% perciben una reducción. La percepción de aceleración de los aumentos de precios también es alarmante: 97.2% consideran que los valores de los alimentos han aumentado rápidamente, lo que hace que la inflación sea una preocupación diaria.
La alimentación fue el sector más impactado por los altos precios, según el 94,7% de los encuestados. Ante este escenario, además de acudir a mayoristas, se identificaron otros cambios de comportamiento: 17,4% comenzaron a comprar en los mercados locales para reducir la cantidad de productos comprados, 5.2% optó por ferias en busca de mejores precios y 33.4% mantuvo el lugar habitual de compra.
“Con el aumento de los precios, hay un cambio drástico en los hábitos de consumo de la población brasileña. La inflación no sólo impacta el presupuesto, sino que obliga a una reestructuración de las prioridades de consumo. Puede que parezca sólo una cifra, pero piénselo: si casi 9 de cada 10 personas sienten el peso de la inflación precisamente en el plato de alimentos, ¿qué dice esto sobre el futuro de la seguridad alimentaria en el país? Quizás sea hora de mirar más de cerca no sólo lo que está sobre la mesa, sino lo que falta en ella”, destaca Claudio Vasques, director general de Paneles de Brasil.
Además de buscar establecimientos más baratos, los brasileños también redujeron la cantidad de artículos en el carrito. La encuesta reveló que más de la mitad de la población (50,5%) dejó de comprar aceite de oliva, mientras que 46,1% cortó carne vacuna. Incluso productos básicos y tradicionales de uso cotidiano como café (34.6%), huevos (20%), frutas y verduras (12.7%), leche (9%) y arroz (7.1%), entraron en la lista de cortes.
“No estamos hablando de lujo. Estamos hablando de alimentos básicos, rutina, cultura, placer. La inflación tomó más que poder adquisitivo: sacó del carrito artículos que antes se consideraban esenciales. Puede parecer (normal' cortado superfluo. Pero cuando los huevos, los frijoles, las frutas y el arroz entran en la lista de lo que se está abandonando, esto se vuelve preocupante”, advierte Vasques.
Impacto futuro
El estudio también investigó las expectativas para los próximos 12 meses, y los resultados apuntan a un escenario de continua preocupación: 65,9% de los brasileños creen que el costo de vida seguirá aumentando, mientras que 23% esperan que los precios aumenten más moderadamente. Sólo 8% cree que los valores se mantendrán estables y 3,1% ven una posible reducción.
Ante esta realidad, los brasileños tienen opiniones claras sobre las medidas que el gobierno debería tomar para contener el avance de precios. La reducción de impuestos sobre los productos básicos fue señalada como la principal solución para el 61,6% de los encuestados. El control de precios de artículos esenciales, como alimentos y energía, fue citado por 55.6%, mientras que 35.6% creen que el reajuste del salario mínimo podría ayudar a reequilibrar el poder adquisitivo. Otro 25.4% pide una mayor supervisión contra los abusos de precios, otro 20.7% menciona la necesidad de reducir el impacto del combustible y el 17T.
“Oh, lo que más asusta no es lo que ya ha subido, es lo que está por venir. Nueve de cada diez brasileños ven el futuro con nuevos aumentos de precios. La consecuencia no se limita al mañana, sino que ya está impactando el presente. La expectativa de inflación acelera la cautela y reduce el consumo”, refuerza Vasques. “Una población y empresas están bajo una fuerte presión, no sólo por los precios, sino también por los efectos de los altos tipos de interés. Sin medidas que aseguren el equilibrio, el impacto será cada vez más profundo, alcanzando no sólo el consumo, sino también la calidad de vida”, concluye.