Muchos creen que las grandes oportunidades profesionales se concentran en las grandes metrópolis. Sin embargo, esto no es cierto. Se pueden conseguir excelentes vacantes y carreras en las ciudades más pequeñas, pero son pocas las que se abren a estas posibilidades, lo que desencadena, en estas regiones, una mayor dificultad para atraer mano de obra cualificada y, con ello, ampliar su potencial económico. Quienes deciden, al menos, conocer estas posibilidades, ciertamente pueden lograr no sólo un buen trabajo, sino también una mejor calidad de vida.
El calentamiento del mercado laboral especializado está generando un sentimiento de comprensible inseguridad entre las empresas. Según datos publicados en el Robert Half Confidence Index (ICRH), 3% de las empresas temen perder a sus profesionales más cualificados a causa de la competencia (algo que, ante las oportunidades que se ofrecen en las capitales, se vuelve aún mayor.
Incluso frente a este miedo, hoy no podemos vincular estas metrópolis como lugares exclusivos de prosperidad profesional y calidad de vida. Al fin y al cabo, al mismo tiempo que podemos encontrar una serie de vacantes, la competencia para cubrirlas es, igualmente, alta. Mientras que, si buscaran plazas en ciudades más pequeñas, se podrían adquirir los mismos beneficios.
La diversidad de modelos de trabajo resaltados durante el aislamiento social fue uno de los factores que más contribuyó a esta expansión. Con los avances tecnológicos, actualmente contamos con una serie de herramientas que permiten operaciones remotas, manteniendo la calidad de los entregables. Así, las empresas locales pueden contratar talentos que no necesariamente viven en la ciudad, para que puedan trabajar de forma remota y acudir cara a cara a la sede en ocasiones esporádicas, de acuerdo con la cultura corporativa y sus necesidades.
Insistir en tener un modelo totalmente presencial en estas ciudades más pequeñas no es una decisión estratégica para atraer y retener talentos de otras regiones. Esto se debe a que quienes estarían dispuestos a moverse, en la mayoría de los casos, son aquellos que se encuentran en un momento más estable de sus vidas, priorizando una ruta que les brinde una mayor calidad de vida.
Quienes no lo sean en este momento, difícilmente podrán adaptarse a la logística de la mudanza, ya que necesitarían ver ventajas profesionales para aceptar esta nueva realidad. De manera realista, hoy en día hay menos personas abiertas a ella, lo que requiere de estas empresas una mayor flexibilidad en sus operaciones para contratar talento cualificado y sin barreras geográficas.
Todavía existe una fuerte resistencia cultural a abandonar las grandes ciudades, por miedo a perder visibilidad en el mercado, no ser convocados a entrevistas y no adquirir oportunidades que aprovechen sus carreras. Esta es una mentalidad que, por mucho que obstaculice la atracción y retención en las ciudades más pequeñas, puede cambiarse, a través de un mayor énfasis por parte de estas empresas en los beneficios que tendrán al aceptar unirse a sus equipos.
Además de las sólidas tecnologías que disponemos actualmente, que permiten estas operaciones de forma remota, valorar el modelo híbrido es una solución muy ventajosa, pudiendo atraer a un mayor número de profesionales cualificados sin necesidad de estar en persona en todo momento. Estas reuniones, por tanto, pueden organizarse para relajación, reuniones más estratégicas y eventos relevantes para la planificación o formación, por ejemplo.
Siguiendo estos consejos, las empresas ubicadas fuera de los grandes centros tendrán una poderosa ventaja competitiva para conquistar talentos que eleven el listón del negocio en su segmento, sin barreras geográficas que impidan la llegada de mano de obra calificada.