La pandemia fue, sin duda, un punto de inflexión en el ecosistema informativo de la región. Pero no fue el único. Cinco años después del inicio de esta transformación abrupta, la inteligencia artificial surge como el gran catalizador de una nueva fase en la comunicación. En un escenario en el que las redacciones se han reducido, las plataformas se han multiplicado y los consumidores de contenido se comportan como curadores informados y exigentes, la IA está cambiando las reglas del juego.
La comunicación en América Latina atraviesa un proceso profundo de redefinición. Las marcas ya no se limitan a emitir mensajes; ahora compiten por la atención en tiempo real. Las audiencias, que tienen en las redes sociales su principal fuente de información, exigen claridad, relevancia y formatos adecuados. Según el estudioDe la información al compromiso, realizado por Intersect Intelligence, el 40,5% de los usuarios de la región se informan principalmente a través de las redes sociales, y más del 70% siguen medios tradicionales en plataformas como Instagram, TikTok y Facebook.
En una nueva realidad sobrecargada de estímulos, las estrategias de comunicación requieren precisión quirúrgica. Tener datos ya no basta: es necesario saber interpretarlos, transformarlos en acción y hacerlo con sensibilidad al contexto. Aquí es donde la inteligencia artificial demuestra su mayor potencial. Herramientas de análisis de sentimientos, monitoreo de tendencias y lectura automatizada de comportamientos digitales permiten identificar patrones, prever escenarios y tomar decisiones con mayor agilidad. Pero, como destaca LatAm Intersect PR, agencia regional especializada en reputación y comunicación estratégica, el juicio humano sigue siendo insustituible.
Podemos saber qué temas están en tendencia o en declive, qué tono de voz genera rechazo o interés, o qué formato tiene más alcance en cada red. Pero estos datos necesitan interpretación. El dato te muestra qué pasó; el criterio te muestra qué hacer con ello, afirma Claudia Daré, cofundadora de la agencia. Y complementa: “Estamos en medio de una revolución que llamo comunicación 4.0. Una fase en la que la IA potencia nuestro trabajo, pero no lo sustituye. Nos permite ser más estratégicos, más creativos y trabajar los datos con mucho más inteligencia. Pero el impacto real solo sucede cuando hay personas capaces de transformar esa inteligencia en decisiones relevantes.”
La reputación ya no se defiende: se construye en tiempo real. Las marcas que entienden esto no evitan momentos difíciles, los enfrentan con transparencia. En una reciente filtración masiva de datos en Brasil, una empresa de tecnología se convirtió en una fuente clave para la prensa al explicar con claridad el alcance del incidente. Mientras que sus competidores optaron por el silencio, esta organización conquistó espacio, legitimidad y confianza.
La relación con la prensa también ha cambiado. La digitalización acelerada dejó redacciones más pequeñas, periodistas más sobrecargados y canales más diversos. El contenido que hoy genera valor es aquel que entiende este nuevo ecosistema: es breve, objetivo, útil y adaptado. El desafío no es solo informar, sino conectar.
Cinco años después del inicio de la pandemia, con la inteligencia artificial como catalizadora de una nueva etapa, la región enfrenta una verdad simple, pero poderosa: comunicar no es solo ocupar espacio; es generar sentido. Y, en esta nueva era, quien logre hacer esto con inteligencia — artificial y humana — tendrá una ventaja real.