Las mujeres hablan y el mundo responde. Pero no siempre con respeto. Lo que debería ser solo un tono de voz se convierte en un campo minado, donde cualquier inflexión puede ser interpretada como agresividad, sumisión o artificialidad. En la era digital, donde todo se graba, comparte y juzga, la forma en que una mujer se comunica puede marcar la diferencia entre ser escuchada o ser silenciada por el tribunal de internet.
Una mujer asertiva puede ser etiquetada como mandona. Si usa un tono más suave, puede ser vista como frágil. El problema no es cómo hablamos, sino cómo nos perciben. Esto crea un juego de equilibrio injusto y agotador, lamenta Micarla Lins, especialista en oratoria y comunicación femenina.
El fenómeno de la cancelación amplifica este dilema. Personalidades como Meghan Markle, Anitta e até jefes de Estado enfrentan juicios diarios sobre la forma en que se expresan. Una frase fuera de tono puede generar un tsunami de críticas, independientemente del mensaje real. La sociedad, entrenada para interpretar voces femeninas dentro de moldes anticuados, refuerza estereotipos que dificultan el ascenso de las mujeres a cargos de liderazgo e influencia, advierte Lins.
¿Pero cómo evitar que la comunicación se convierta en una trampa? Micarla da algunas direcciones:
- Conciencia del tono:ajustar la voz no significa cambiar quién eres, sino entender cómo tu entonación impacta la percepción del mensaje.
- Pausas estratégicas:hablar sin prisa, con seguridad, reduce las posibilidades de interrupción y aumenta la claridad del discurso.
- Expresión corporal alineada:lo que se dice debe estar en armonía con gestos y postura para evitar contradicciones en la comunicación
- Resistir a la autocensura:Muchas mujeres se adaptan a estándares para evitar juicios. Encontrar un equilibrio entre autenticidad y estrategia es esencial.
Internet puede amplificar prejuicios, pero también puede ser un espacio de cambio. Mujeres que dominan su propia comunicación transforman sus voces en herramientas de poder, no de opresión. El desafío no es solo hablar, sino garantizar que el mensaje sea escuchado sin distorsiones, finaliza Micarla.