Brasil vive una crisis de salud mental en el trabajo sin precedentes. Según datos oficiales del Ministerio de Seguridad Social, solo en 2024, el Instituto Nacional del Seguro Social (INSS) recibió 472 mil solicitudes de suspensión por trastornos mentales y conductuales. La ansiedad lidera las causas, con 141.414 casos, seguida por los episodios depresivos (113.604).
La alerta se intensifica con datos recientes presentados por el Ministerio Público del Trabajo (MPT) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Brasil: las ausencias relacionadas con la salud mental aumentaron un 134% entre 2022 y 2024. Entre las principales razones se encuentran las reacciones al estrés (28,6%), la ansiedad (27,4%) y la depresión recurrente (8,46%).
Para la médica Lilian Gontijo, especialista en Medicina de Familia y Comunidad por el Hospital de Clínicas de la UFMG, con formación también en Geriatría y Gerontología, y que actúa con un enfoque funcional integrador, estos números reflejan el colapso de un modelo de vida basado en la superexigencia y la desconexión con las necesidades reales del cuerpo. Vivimos en una cultura de hiperproductividad, con fronteras cada vez más difusas entre el trabajo y la vida personal. El cuerpo humano no fue hecho para permanecer en alerta constante, afirma.
Según ella, el estrés crónico se manifiesta en todo el organismo: desde alteraciones hormonales y digestivas hasta síntomas neurológicos y emocionales. Dolores musculares persistentes, trastornos del sueño, irritabilidad, palpitaciones, fallos cognitivos, baja inmunidad e irregularidades menstruales son signos comunes, pero a menudo tratados de forma aislada, explica. El problema es que el cuerpo está gritando en varias frentes al mismo tiempo.
En el enfoque integrativo, el cuidado comienza con una escucha detallada, una anamnesis que evalúa la trayectoria del paciente y investigaciones de laboratorio que buscan evidencias de inflamación, disfunción hormonal, desregulación del cortisol e impacto en la microbiota intestinal. El estrés es bioquímico, emocional y conductual al mismo tiempo. El enfoque integrador nos permite ver estas capas juntas y actuar antes de que se conviertan en una enfermedad crónica, afirma.
Dra. Lilian destaca que muchos pacientes solo se dan cuenta de que están enfermando por estrés cuando reciben el diagnóstico de algo más grave, como un cuadro autoinmune, un síndrome metabólico o un episodio depresivo incapacitante. Estas enfermedades no aparecen de la nada. Se van construyendo día tras día por un estilo de vida que ignora las señales sutiles.
¿ Cómo identificar las señales antes de que el cuerpo entre en colapso?
Irritabilidad constante, insomnio, apatía, dificultad de concentración, dolores recurrentes y alteraciones digestivas persistentes no son solo signos de cansancio, sino alertas fisiológicos de que el organismo está sobrecargado. Muchas personas creen que es normal vivir cansadas o dormir mal, pero estos síntomas son la punta del iceberg. El cuerpo está intentando comunicar que algo está fuera de eje, explica la Dra. Lilian. Sensación de "mente acelerada", disminución del rendimiento en el trabajo, inmunidad baja, presión arterial alta y cambios hormonales también merecen atención, especialmente cuando se vuelven frecuentes.
Según la médica, cuando el paciente busca ayuda aún en los primeros signos, las posibilidades de reversión son mucho mayores. En Medicina Funcional Integrativa logramos intervenir antes de que esa sobrecarga evolucione hacia enfermedades más graves. El estrés crónico es silencioso, pero profundamente disruptivo. Reconocer las señales y actuar con conciencia es un acto de cuidado — y, muchas veces, el comienzo de un cambio de vida.
