Frecuentemente vista como un elemento tóxico en el entorno corporativo, el chisme está siendo reevaluado desde una nueva perspectiva. Especialistas de Hogan Assessments — líder global en evaluación de la personalidad en el trabajo y consultoría en liderazgo — analizaron el tema en profundidad e identificaron tres impactos positivos y relevantes que el chisme puede generar en las organizaciones.
1 – Un canal confiable de información en el entorno laboral
Durante momentos de crisis o cambios estructurales, el flujo de información interna tiende a disminuir, dejando a los colaboradores desinformados e inseguros. En este escenario, el chisme surge como una forma espontánea de comunicación, llenando los vacíos dejados por los canales formales.
"Cuando los canales formales fallan, el chisme se convierte en una línea vital para compartir información", afirma Allison Howell, Vicepresidenta de Innovación de Mercado de Hogan. En lugar de verla como algo inherentemente negativo, las organizaciones pueden reconocer su papel en reducir incertidumbres y ayudar a los empleados a afrontar transformaciones.
Además de mantener a los equipos actualizados, este tipo de intercambio informal puede aliviar la ansiedad y estimular la adaptabilidad en tiempos turbulentos.
2 – Una aliada estratégica para gestores atentos
Para líderes proactivos, prestar atención a las conversaciones de pasillo puede ser una herramienta estratégica. El chisme funciona como un radar anticipado, señalando posibles conflictos, tensiones o cambios en el clima organizacional antes de que se vuelvan críticos.
"El chisme no es solo charla vacía; refleja el termómetro del ambiente laboral", destaca Howell. Los gestores que permanecen atentos a estas señales logran fortalecer los vínculos del equipo, reforzar los valores de la empresa y promover una cultura de confianza y transparencia.
Este tipo de escucha activa también contribuye al fortalecimiento de las conexiones emocionales y sociales dentro de los equipos, creando una red de apoyo informal. Cuando se lleva bien, la práctica puede incluso favorecer la autorregulación del equipo.
"Lo importante es que los líderes acompañen el contenido de estas conversaciones, eviten distorsiones perjudiciales y sepan cuándo intervenir", añade.
3 – Una herramienta diagnóstica para liderazgos efectivos
El chisme también puede funcionar como un termómetro de cuestiones más profundas. Cuando son persistentes, los comentarios negativos son indicativos de conflictos no resueltos o fallas en la cultura organizacional que merecen atención.
En lugar de demonizar el chisme, los líderes deberían considerarlo como un síntoma de desafíos subyacentes, afirma Howell. Al invertir en la resolución de conflictos entre equipos y mejorar los flujos de comunicación, el ambiente de trabajo se vuelve más saludable y cohesivo.
Intentar reprimir el chisme mediante sanciones, como evaluaciones de desempeño negativas, suele ser ineficaz y, en muchos casos, agrava el problema, intensificando un ambiente de desconfianza. Por otro lado, estimular el diálogo abierto y actuar sobre las causas reales es un enfoque más productivo.
"Las empresas que reconocen las virtudes del chisme pueden transformar ese comportamiento, a menudo mal interpretado, en un verdadero aliado", concluye Howell. Al utilizarla como canal de información, refuerzo cultural y herramienta diagnóstica, es posible promover más empatía, transparencia y una cultura de alto rendimiento.