Los productos digitales se han convertido en una parte importante de la nueva economía brasileña. Desde libros electrónicos y cursos en línea hasta mentoría y plataformas tecnológicas integradas, estos activos intangibles han pasado de ser meras fuentes de ingresos puntuales a activos con valor escalable, capacidad de monetización continua y, sobre todo, potencial de negociación en adquisiciones y fusiones corporativas.
Segundo Thiago Finch, fundador de Holding Bilhon, empresa líder en el mercado de lanzamientos digitales, afirma: «Los productos digitales ya no son solo contenido. Son activos con un flujo de caja predecible, altos márgenes y un importante potencial de revalorización. Por lo tanto, ya se consideran activos vendibles en los acuerdos estratégicos entre empresas»..
Explica que la nueva generación de productos de información no depende de la exposición constante ni de lanzamientos de gran repercusión para generar ingresos. «Hoy en día, es posible generar ingresos de forma predecible, incluso entre bastidores», afirma.
Datos de Grand View Research proyectan un crecimiento anual promedio del 12,8 % en el mercado global de automatización de marketing hasta 2030. Este crecimiento refuerza la importancia de los modelos que integran tecnología, personalización y escalabilidad, características fundamentales de los productos digitales modernos. En Brasil, plataformas como Clickmax, creada por Finch, permiten estructurar todo el recorrido de ventas en un único entorno, desde la adquisición de leads hasta la automatización posventa.
El secreto para transformar un producto digital en un activo duradero reside en construir un ecosistema. Esto incluye no solo el producto en sí, sino también los canales de adquisición, los flujos de automatización, las estrategias de interacción y el posicionamiento de marca. «Un embudo de conversión bien diseñado, con personalización basada en el comportamiento del usuario, convierte el producto digital en un organismo vivo que se adapta y continúa generando ingresos incluso sin lanzamientos frecuentes», explica. Pinzón;
Una encuesta de McKinsey muestra que el 71% de los consumidores esperan interacciones personalizadas y se sienten frustrados con las comunicaciones genéricas, un hecho que justifica el uso de la inteligencia artificial y el análisis de datos como bases para crear experiencias digitales más rentables.
Más allá de la escalabilidad, los productos digitales se han convertido en parte de negociaciones corporativas de alto impacto. Holding Bilhon, un grupo de empresas liderado por Finch, ya utiliza productos digitales como parte de su valoración en acuerdos con inversores y socios estratégicos. «Un curso en línea con una alta tasa de conversión, sólidas pruebas sociales y una estructura automatizada puede valer tanto como una tienda física. Genera flujo de caja, tiene un público objetivo y puede replicarse globalmente. Esto atrae a fondos y empresas que buscan activos rentables y líquidos», afirma Finch.
Esta perspectiva también se ha reflejado en las adquisiciones de plataformas digitales por parte de empresas tecnológicas y educativas. La lógica es simple: cuanto más consolidado y predecible sea el rendimiento de un producto digital, mayor será su valor de mercado. La apreciación de los productos digitales también está directamente relacionada con la construcción de marca y la reputación online..
Para Finch, la percepción del valor por parte del cliente es uno de los factores más decisivos para la conversión y la longevidad del negocio. «En el ámbito digital, la confianza es el activo más valioso. Y se construye mediante la consistencia, la presencia y la entrega. Un buen producto digital no es solo contenido; es marca, experiencia y relaciones», revela.
Según McKinsey, las empresas que invierten en transparencia y personalización pueden aumentar sus ingresos hasta un 15%, lo que refuerza la tesis de que la marca y el rendimiento son ahora inseparables.
La transformación de los productos digitales en activos estratégicos marca una nueva fase en la economía creativa. No solo generan ingresos y autoridad, sino que también pueden venderse, transferirse o integrarse en estructuras corporativas más amplias. Y más que nunca, los creadores también se han convertido en gestores de activos digitales.
Y este movimiento es irreversible. «La era de los lanzamientos sonoros está dando paso a una creación de valor discreta. Quienes comprenden esto construyen activos que perduran durante años, incluso después de que su creador deje de estar frente a la cámara», concluye Finch.