La trayectoria profesional para alcanzar el puesto de CEO es poco convencional. Para convertirse en el capitán que comandará la compañía y su tripulación, existe una dinámica de crecimiento natural necesaria para que este profesional desarrolle las habilidades necesarias para conectar con los equipos e inspirarlos, guiándolos hacia las metas deseadas. Pero la gran pregunta que se hacen quienes aspiran a este puesto es: ¿cuál es la mejor manera de alcanzarlo? ¿Y qué otras experiencias necesitan aportar a este camino?
Numerosos estudios indican que una gran proporción de los directores ejecutivos actuales ocuparon anteriormente el cargo de director financiero. De hecho, esta es una gran ventaja competitiva en el camino hacia el puesto de director ejecutivo, y suele ser la vía más lógica para alcanzarlo.
El Director Financiero suele ser quien tiene la llave de la caja fuerte de una empresa. Supervisa el departamento comercial, los proyectos internos y mantiene relaciones bancarias cruciales para la salud financiera de la empresa. Al asumir responsabilidades más sensibles a las operaciones comerciales y tener acceso a información interna altamente relevante, se convierte en uno de los profesionales con mayor credibilidad y alcance interno, en comparación con otros ejecutivos.
Al tener un sesgo más técnico en sus responsabilidades, suelen rodearse de personas estratégicas de otras áreas (comercial, marketing, ventas, etc.) para ayudarles en su progresión hasta el puesto de CEO – todas estas características justifican el mayor predominio de CFOs que preceden al Chief Executive Officer.
Sin embargo, aunque esta dinámica finalmente prevalece y es la más natural del mercado, no es un proceso científico ni rígido, y no excluye a otros profesionales de otras áreas de alcanzar esta posición. En la práctica, quienes deseen seguir este camino deben centrarse no solo en desarrollar las habilidades técnicas necesarias, sino también en mejorar como líderes de personas y procesos, con la capacidad de inspirar y generar resultados para ascender con el tiempo a puestos más directivos, pasando de ser un profesional vertical a uno transversal.
Después de todo, un buen CEO debe tener una visión estratégica y exhaustiva de todas las áreas de la empresa. Aunque no posea amplios conocimientos ni una profunda experiencia en todas ellas, necesita tener una visión global con inteligencia y saber cómo impulsar el éxito. Esto, además de rodearse de personas estratégicas que le asistan en la toma de decisiones, en quienes confíe para comprender mejor todo lo que ocurre internamente y así saber qué hacer para mejorar los resultados obtenidos.
El puesto de CEO es, sin duda, uno de los más codiciados del mercado en cuanto a desarrollo profesional. Si bien durante mucho tiempo se consideró un puesto que otorgaría grandes bonificaciones a sus ocupantes, hoy en día estas referencias también resaltan y aclaran su carga, no solo en términos de responsabilidad, sino también de la soledad que conlleva, en cuanto a la toma de decisiones y su relevancia para el progreso y la prosperidad corporativa.
Esta mayor claridad, si bien también provocó que muchas personas ya no desearan fuertemente ocupar ese puesto, fue un paso extremadamente positivo para despertar la autorreflexión individual sobre lo que quieren en su carrera profesional.
Quienes aspiran a convertirse en CEO deben comprender claramente la complejidad de las responsabilidades de este puesto. Esto garantiza que, ante una encrucijada, no abandonen el barco, sino que demuestren resiliencia y persistencia para superar las dificultades y hacer que la empresa avance en su segmento. Es, sin duda, un puesto solitario, pero para quienes realmente estén dispuestos a aceptar el reto, puede beneficiar excepcionalmente su reputación en el mercado.