Brasil está próximo de garantir un marco regulatorio del ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza) para el Desarrollo Sostenible (MRESG). Organizada por el Instituto Global ESG, la Asociación Brasileña de Relaciones Institucionales y Gubernamentales (Abrig) y el Movimiento ESG en la Práctica, acaba de lanzarse la Consulta Pública ESG20+, con sugerencias para la estructuración de normas ambientales, sociales y de gobernanza.
La propuesta debe estar disponible hasta finales de marzo, permitiendo la participación de empresas, especialistas en prácticas ESG y la sociedad civil en su conjunto. La intención es establecer un material que pueda ser utilizado para proyectos de ley y también directrices públicas y privadas, garantizando mayor seguridad al sector productivo.
La adopción de prácticas ESG es una exigencia mundial. Muchos países y bloques económicos ya tienen sus marcos regulatorios desarrollados, siendo la Unión Europea la pionera. En Brasil, con la intención de fortalecer la gobernanza y estandarizar la información, la norma ABNT PR 2030 – ESG, lanzada el 14 de diciembre de 2022, contiene algunas orientaciones básicas relacionadas con la incorporación de prácticas sostenibles por parte de las empresas. Sin embargo, no es suficiente.
La creación e implementación de un marco para ESG en el territorio nacional es fundamental. Al establecer normas claras para empresas e inversores, garantiza mayor seguridad jurídica, minimizando incertidumbres y también incentivando prácticas sostenibles que puedan desarrollarse a largo plazo. Al establecer criterios unificados para la medición y divulgación de prácticas, se garantiza estandarización y mayor transparencia. Con eso, se evita ellavado verde("lavagem verde"), definido como la promoción engañosa de prácticas corporativas ambientalmente amigables. La práctica se considera un delito, según el artículo 37 de la Ley 8078/90, del Código de Defensa del Consumidor.
El marco regulatorio también atrae nuevas inversiones, ya que facilita el acceso tanto al capital nacional como al extranjero. Esto sucede porque, en los últimos años, los inversores han priorizado organizaciones que estén bien alineadas con las buenas prácticas. Estas empresas tienden a ser más sostenibles, resilientes y rentables a largo plazo, estando menos expuestas a riesgos, ganando mayor confianza pública y mostrando un rendimiento más estable en la bolsa de valores, además de menor volatilidad. No se trata solo de una cuestión ética, invertir en empresas comprometidas con ESG es una estrategia financiera bastante inteligente.
Por último, los criterios unificados hacen que las empresas brasileñas estén mejor adaptadas a las exigencias internacionales, lo que contribuye a facilitar las exportaciones y cerrar alianzas estratégicas; e incentivan el desarrollo de acciones empresariales capaces de minimizar impactos ambientales y promover el desarrollo social, contribuyendo a un crecimiento económico más equilibrado. ¡Así, la sociedad en su conjunto se beneficia!