La regulación de la Inteligencia Artificial (IA) en Brasil ha sido un tema de creciente importancia y debate en los últimos meses, impulsada, sin duda, por el innegable avance tecnológico y la creciente popularidad de las herramientas de IA en nuestro día a día. Hubo un avance significativo en la aprobación de legislaciones que buscan equilibrar la innovación tecnológica y la protección de los derechos individuales y colectivos. En 2024, el Senadoaprobadouna propuesta de regulación de la IA (el Proyecto de Ley n.º 2338/2023, de autoría del actual Presidente del Senado, Rodrigo Pacheco), que aún necesita ser discutida y aprobada en la Cámara de Diputados en 2025. Este marco legislativo surge cuando el mundo discute cómo lidiar con las rápidas innovaciones tecnológicas proporcionadas por la IA, y Brasil no es inmune a estas cuestiones globales.
La proposición aprobada por los senadores adopta una posición alineada con la legislación europea, el EU Artificial Intelligence Act, en vigor desde julio de 2024, colocando a la persona humana como el centro de la regulación, buscando la preservación de los derechos humanos frente a los avances tecnológicos, algo que remite a conceptos similares a los de la Ley General de Protección de Datos (LGPD). Este enfoque busca garantizar que las empresas que operan en Brasil, especialmente las que manejan IA, prioricen los derechos de los ciudadanos, protegiéndolos de abusos que puedan surgir del uso inadecuado o descontrolado de tecnologías emergentes, requiriendo, para ello, procesos maduros de gobernanza interna en estas compañías. Brasil también innova al proteger los derechos de autor de obras que eventualmente se utilizan para entrenar las plataformas de IA, algo que no tiene paralelo en la legislación europea.
La regulación de la IA en Brasil, al garantizar que el uso de estas tecnologías se realice de manera ética, también propone la implementación de estructuras robustas de gobernanza y cumplimiento dentro de las empresas. En un escenario en el que las grandes corporaciones dominan el mercado de IA y otros avances tecnológicos, la ley busca equilibrar el poder entre las empresas de tecnología y la necesidad de protección de los derechos fundamentales. En ese sentido, la legislación exige una gran madurez de las empresas que se proponen actuar en el área (tanto como proveedoras como usuarias), recayendo sobre ellas la responsabilidad de analizar los posibles impactos de cada herramienta, adoptando las medidas mitigadoras correspondientes, lo que puede convertirse en un gran desafío para las corporaciones, que deberán tener un conocimiento profundo de sus operaciones, clientes y socios, y adaptar sus políticas internas y garantizar que están en conformidad con las normas establecidas.
En el aspecto ético, la cuestión de la IA es una de las más discutidas en el contexto brasileño, lo que adquiere relevancia frente al impacto del nuevo gobierno de Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump. Allí, el presidente se ha alineado con las grandes empresas de tecnología (las Big Techs) y propuso un discurso que prioriza la desregulación de la IA y la tecnología en general. El impacto de una postura como esta es considerable, ya que, al incentivar un modelo de desregulación, Trump puede socavar los esfuerzos globales en busca de un enfoque más equilibrado y controlado en el uso de la IA. Este movimiento podría generar tensiones en los mercados internacionales, con implicaciones directas sobre los países en desarrollo, como Brasil, que se han esforzado por establecer una regulación más estricta, pero que puede enfrentarse a intereses económicos más liberales.
Para las empresas brasileñas, la adopción de una regulación rigurosa, como la propuesta, trae desafíos y oportunidades. Si bien, por un lado, las obligaciones de cumplimiento pueden resultar en costos adicionales y requisitos administrativos, por otro, la regulación puede crear un entorno de mayor confianza para consumidores e inversores. La responsabilidad de que las empresas se miren a sí mismas y adopten políticas y medidas de gobernanza adecuadas a los riesgos de sus operaciones no debería sonar en absoluto extraña al empresario brasileño, teniendo en cuenta que ya ha sido adoptada en legislaciones más recientes, como por ejemplo la LGPD y la Ley Anticorrupción (Ley 12.846/13). En estos ejemplos, la adopción de prácticas más sostenibles de gobernanza interna ha aportado una madurez bienvenida a las organizaciones, siendo muy recibidas de manera bastante positiva por clientes y socios comerciales, en un entorno de negocios cada vez más sofisticado.
La creación de un marco legal para la IA también puede servir de modelo para otras naciones latinoamericanas, posicionando a Brasil como líder en la regulación responsable de esta tecnología en el continente. Sin embargo, es necesario evaluar con cautela cómo las empresas podrán adaptarse a estas exigencias, especialmente las pequeñas y medianas empresas que pueden encontrar dificultades para implementar las prácticas de gobernanza requeridas.
Otro aspecto relevante es el impacto de la regulación sobre los derechos de autor en un escenario de IA. En un escenario en el que somos impactados diariamente por obras que hayan sido creadas o de alguna manera asistidas por herramientas de IA. La propuesta en debate busca establecer un equilibrio entre los derechos de las empresas innovadoras y de aquellos artistas cuyas obras son utilizadas para "entrenar" sistemas de IA. Por ejemplo, en el sector de la música y el entretenimiento, esto puede redefinir las regalías y la distribución de ingresos de producciones automatizadas con IA, alterando significativamente el panorama de los negocios en áreas como la producción de contenido digital, el entretenimiento y la publicidad, por ejemplo, donde el uso de IA está cada vez más presente (no faltan ejemplos, pero recomiendo aquí la música "más reciente" de los Beatles, "Now and Then", reconstruida con ayuda de IA). Con ello, las empresas deberán replantear sus estrategias de monetización y garantizar que sus modelos de negocio estén alineados con las nuevas exigencias legales.
La urgencia de esta regulación es algo que sigue siendo reforzado por especialistas del sector tecnológico y jurídico en Brasil. En común, se destaca que la regulación de la IA es un paso fundamental y urgente para garantizar que la tecnología se utilice de manera responsable y beneficiosa para la sociedad. Estos agentes enfatizan que, sin un marco regulatorio claro, Brasil corre el riesgo de convertirse en un mercado vulnerable al uso descontrolado de la IA, con impactos negativos tanto para los consumidores como para las empresas.
La regulación de la IA en Brasil será un punto de inflexión en el desarrollo tecnológico y en el entorno empresarial del país. Las empresas deberán adaptar sus prácticas de gobernanza, cumplimiento y ética para cumplir con las nuevas exigencias legales, al mismo tiempo que Brasil podrá posicionarse como un ejemplo de regulación responsable en el escenario global. Sin embargo, el impacto de las tendencias globales, como las adoptadas por el gobierno de Donald Trump, y la presión de las grandes empresas de tecnología, pueden plantear desafíos adicionales, especialmente si el país no logra equilibrar de manera eficaz los intereses económicos y la protección de los derechos de los ciudadanos. Por lo tanto, es necesario seguir de manera muy atenta los debates que se llevarán a cabo sobre el proyecto de ley, ahora en la Cámara de Diputados, y si los congresistas serán de alguna manera afectados por la postura adoptada por los EE. UU.
En última instancia, el éxito de la regulación dependerá de su capacidad para seguir la rápida evolución de la tecnología sin sofocar la innovación. Si se implementa correctamente, esta regulación no solo protegerá a los ciudadanos, sino que también creará un entorno propicio para el crecimiento sostenible de la IA en Brasil, beneficiando a empresas, consumidores y a la sociedad en su conjunto.