Ser emprendedor en Brasil nunca es fácil, pero nadie dijo que sería tan difícil. Cada día trae nuevos desafíos y debemos lidiar con diversos problemas que a menudo escapan a nuestro control. El mayor ejemplo de esto es la actual crisis económica que enfrenta el país, que genera un aumento de la inflación y altas tasas de interés, impactando gravemente a diferentes sectores y modelos de negocio.
Sin embargo, a pesar de las adversidades que puedan surgir en el camino, la gente no se da por vencida. Según datos de una encuesta realizada por Sebrae (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas) con base en datos de la RFB (Servicio de Ingresos Federales de Brasil), Brasil registró 874.000 nuevas microempresas en 2024, lo que representa un crecimiento del 21 % en comparación con 2023.
Lo cierto es que este escenario refleja un intento de reactivar la economía brasileña, centrándose en la externalización de actividades y la gama de servicios que se ofrecen actualmente, ya sea por parte de nuevas empresas o de emprendedores que trabajan principalmente solos, como es mi caso. Porque incluso ante el riesgo inevitable, el emprendimiento sigue siendo una alternativa para generar ingresos, pero una que puede generar temor y aprensión.
Al reflexionar sobre mi carrera, antes de decidirme a emprender, consideré elementos que dejarían de ser certezas y también las incertidumbres que surgirían, y que no sabría cómo gestionar al comienzo de mi trayectoria profesional como especialista en gestión de OKR (Objetivos y Resultados Clave). Por lo tanto, enumeré mis dos mayores pesadillas como emprendedor:
Primera pesadilla: no tener mi sueldo en cuenta.
Trabajé durante años en una empresa y, como cualquier empleado que presta sus servicios, tenía la certeza de que mi sueldo se depositaría en mi cuenta todos los meses. Sin embargo, cuando decidí emprender, perdí el control. Al fin y al cabo, puede ocurrir que un mes u otro no haya clientes, o que haya más ingresos un mes y pocos al siguiente, y por lo tanto no llegue el dinero. Al principio, no sabía cómo reaccionaría. Algunas personas pueden ponerse nerviosas, pero es necesario confiar en el proceso y trabajar duro para que suceda. No fue fácil para mí, pero el solo hecho de mencionarlo me ha ayudado mucho a lidiar con el problema.
Segunda pesadilla: no ser elegido.
Naturalmente, sabemos que no siempre nos elegirán en el proceso de cotización. Sé que puede pasar, pero es inquietante. "¡Guau! ¿Cómo es posible? Soy diferente, soy mejor". Tenemos que creernos eso, ¿no? Así que cuando un candidato no me elige —lo cual es poco frecuente— siempre reflexiono sobre los criterios utilizados e intento ver la situación desde su perspectiva, para quizás intentar un enfoque diferente la próxima vez, evolucionando y mejorando cada vez más.
Estos son puntos que he tenido que abordar desde el principio, con distintos grados de consciencia. Muchos otros puntos pueden surgir según la persona o el contexto en el que se encuentre. Sin embargo, lo más importante es participar activamente en este ejercicio de ser consciente de lo que podría obstaculizar tu proceso más adelante o simplemente causar cambios de humor que podrían afectar a tu familia. Lo último que necesita un emprendedor es lidiar con las dificultades inherentes a trabajar fuera de casa y luego tener que lidiar con otras que surgen en casa mientras persigue su sueño.

