Los criterios ESG (medio ambiente, social y gobernanza) han ganado destaque global como un conjunto de directrices para prácticas corporativas sostenibles y socialmente responsables. A pesar de su importancia indiscutible en la promoción de un futuro más sostenible, crece el debate sobre cómo estos criterios pueden ser utilizados como justificación para medidas proteccionistas por parte de países o bloques económicos.
El ESG surgió como un conjunto de estándares destinados a evaluar las operaciones empresariales desde una perspectiva sostenible y ética. Las empresas que adoptan prácticas ESG se comprometen a minimizar los impactos ambientales, promover la igualdad social y mantener una gobernanza transparente. Estos criterios han sido ampliamente adoptados por inversores, gobiernos e instituciones financieras como un parámetro de evaluación de riesgos y rendimiento a largo plazo.
Sin embargo, a medida que los estándares ESG se consolidan, surgen preocupaciones sobre su aplicación desigual entre países, especialmente entre economías desarrolladas y emergentes. La falta de uniformidad en los criterios puede crear barreras comerciales disfrazadas, generando una desventaja competitiva para las empresas de países con mayor capacidad de adaptación a las exigencias ESG.
Para tener una idea, un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) reveló un aumento en el crecimiento de las medidas proteccionistas de los países que integran el G20. Este año, el valor del comercio cubierto por restricciones de importación vigentes se estimó en aproximadamente 2 billones de dólares estadounidenses, lo que representa el 9,4% de las importaciones mundiales. Además, las restricciones cubrieron en un año un valor estimado en 230,8 mil millones de dólares estadounidenses de la exportación de mercancías, lo que representa el 0,9% de las exportaciones en el mundo.
Los países pueden utilizar criterios ambientales del ESG para justificar la imposición de barreras comerciales, como tarifas y restricciones a las importaciones, alegando preocupaciones ambientales. Un ejemplo reciente fue el caso de la matriz de Carrefour, que alegó cuestiones ambientales para impedir la importación de carne del Mercosur a sus supermercados en Francia. El uso del criterio ambiental puede haber sido una excusa para cuestiones económicas mayores que han ocurrido en Francia, principalmente en lo que respecta a los agricultores locales, que necesitan muchos subsidios para mantener sus respectivos negocios en funcionamiento. Entonces, queda la duda: ¿se trata de una cuestión ambiental o de proteccionismo económico?
Los países en desarrollo a menudo enfrentan dificultades para cumplir con los estándares ESG impuestos por economías más avanzadas (esto no significa que estos criterios no sean esenciales para la humanidad). Esto puede limitar el acceso a mercados globales, en caso de que estos países no realicen las inversiones necesarias para cumplir con los criterios ambientales exigidos. Subir en la escala en las cuestiones de ESG es muy importante y los países en desarrollo deben tomárselo en serio.
Mientras tanto, el uso de criterios ambientales como excusa para no comercializar ocurre como una herramienta económica y política para proteger la producción local, principalmente cuando esta no puede sostenerse por sí sola, sino que depende de altos subsidios para sobrevivir. Lo que demuestra la existencia de un entorno artificial y no saludable de nichos económicos en los países desarrollados. Además, si los criterios ESG son percibidos como herramientas de proteccionismo, su legitimidad puede ser cuestionada. Esto puede desalentar aún más la adopción de prácticas sostenibles a largo plazo.
Para evitar el uso indebido del ESG como una herramienta proteccionista, es crucial desarrollar estándares globales armonizados. Instituciones como la Organización Mundial del Comercio y el Consejo Internacional de Informes Integrados pueden desempeñar un papel central en la creación de criterios universales que consideren las realidades económicas de diferentes países.
Aunque los criterios ESG representan un avance significativo en la búsqueda de un desarrollo más sostenible y responsable (o mejor, la propia supervivencia del planeta), su instrumentalización como herramienta proteccionista presenta riesgos para el comercio global y para la credibilidad de las prácticas ESG. Al abordar estos desafíos mediante estándares globales armonizados y la promoción de diálogos internacionales, es posible mitigar los impactos negativos y garantizar que el ESG siga siendo una fuerza positiva para el futuro del planeta.