Como era de esperar, el triste episodio que culminó en la muerte de la adolescente Vitória Regina, de 17 años, en Cajamar-SP, ha dominado los noticieros con muchos toques de sensacionalismo, lo que, inevitablemente, ha abierto espacios para diversas – e irresponsables – especulaciones sobre sospechosos, motivaciones y la forma en que ocurrió el crimen. Eso, por sí solo, ya nos trae importantes reflexiones sobre educación mediática. Sin embargo, quiero destacar aquí otro aspecto de esta extensa discusión, que se basa en la hipótesis más plausible hasta el momento, según las autoridades que investigan el caso: que Vitória habría sido víctima de unacosador(un "perseguidor obsesivo", para usar uma definición más directa, que normalmente recopila información de sus objetivos a través de internet).
Antes que nada, es importante dejar muy claro que la víctima, en este y otros casos, es solo una víctima, sin tener ninguna culpa en lo que le ocurrió. Vitória no tiene ninguna responsabilidad por "publicar demasiado" o algo por el estilo. Sin embargo, la forma en que el supuesto autor del delito afirma haber actuado y tenía información sobre ubicaciones, rutas y horarios nos alerta sobre la manera en que compartimos información sensible sobre nuestra vida cotidiana en las redes sociales.
En primer lugar, necesitamos separar las razones que nos llevan a usar plataformas como Facebook, X e Instagram. Las 'personas comunes' en estos medios, es decir, aquellas que no son influencers digitales, creadoras de contenido para internet, artistas u otras que utilizan sus perfiles como forma de difundir un trabajo, están allí para conectarse con sus amigos. Claro, es posible y muy común que hagamos amigos en el medio virtual, pero es necesario verificar si esa persona es real y confiable. En este punto, tener amigos o conocidos en común es fundamental. Hacer búsquedas con el nombre de la persona también nos ayuda a identificar la veracidad de un perfil determinado, ya sea para verificar la autenticidad de las fotos e incluso para conocer situaciones anteriores en las que esa persona, siendo real, estuvo involucrada.
No se trata de vivir un CSI, investigando todo y a todos, pero es necesario tener precaución. Lamentablemente, la cantidad de delitos cometidos con ayuda o íntegramente en internet es vasta, siendo las estafas financieras las más comunes.
Por otro lado, no debemos convertir nuestras vidas en un Gran Hermano, en el que compartimos todo lo que hacemos, dónde estamos o nuestros sentimientos en tiempo real. Una foto en la escuela o en casa no debe ir acompañada de la ubicación de ese lugar en particular. Si estás en un restaurante que es fácilmente identificable en una foto, lo más prudente es publicar cierta publicación en otro momento.
En el caso de Vitória Regina, la pericia realizada en el teléfono móvil del principal sospechoso, Maicol Sales dos Santos, mostró que él seguía los pasos de la joven desde 2024 y poseía una gran colección de fotos de la adolescente guardadas en su dispositivo. Aparentemente, la motivación fue una especie de venganza debido a un interés obsesivo no correspondido. Maicol es residente de la misma región que la víctima, lo que refuerza que el crimen podría haber ocurrido en otras circunstancias, independientemente de lo que la joven compartía en su perfil personal. Sin embargo, es imposible no pensar en el aspecto facilitador que la sobreexposición puede ofrecer en este tipo de situación. Por ejemplo, saber a qué hora alguien sale del trabajo hacia su casa.
La educación mediática es muy necesaria, por lo tanto, para protegernos a nosotros y también a otras personas. Las redes sociales son útiles, y los buenos momentos deben ser compartidos. Las conquistas, pequeñas o grandes, deben ser celebradas. El buen ejemplo debe, siempre, ser transmitido. Preferiblemente, con aquellos en quienes realmente confiamos y conocemos. Al contrario de lo que se ha convertido en un sentido común para mucha gente, internet no es un lugar perfecto.