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Digitalización de procesos: ¿ya hemos llegado a esa fase?

En los últimos años, las discusiones sobre transformación digital han ocupado un lugar destacado en prácticamente todos los sectores, desde pequeñas empresas familiares hasta grandes corporaciones multinacionales. Se habla de automatización, inteligencia artificial, adopción de plataformas en la nube y modelos de negocio disruptivos que priorizan el uso de datos.

Sin embargo, cuando miramos más de cerca, nos damos cuenta de que muchas de estas iniciativas, aunque importantes, terminan siendo implementadas de manera compartimentada, es decir, cada departamento intenta resolver sus propias demandas de manera aislada. Esto plantea una cuestión fundamental: ¿podemos considerar que ya hemos llegado a la era en la que todos los procesos corporativos están efectivamente digitalizados?

Para entender mejor el escenario actual, es necesario diferenciar la transformación digital propiamente dicha de la digitalización de procesos de punta a punta. La primera está relacionada con la adopción de tecnologías que, de alguna manera, modernizan la organización y aportan mejoras significativas, como la automatización del marketing o el uso de herramientas para el análisis de datos. La segunda, a su vez, exige una visión sistémica, capaz de unir los flujos de trabajo entre diferentes sectores y crear una cadena de procesos coherente y 100% digital.

La gran cuestión aquí es que, muchas veces, la transformación digital en sí se considera como un gran paraguas, pero, si no hay esfuerzo para integrar esas soluciones, el resultado puede ser solo una colección de "silos digitales", donde cada departamento opera con herramientas aisladas, sin ninguna comunicación continua con el resto de la empresa. De esta manera, la digitalización de procesos — entendida como la capacidad de reemplazar flujos manuales, papeles, retrabajos y lagunas de información por rutinas digitales seguras y confiables — aún está lejos de ser una realidad para muchas organizaciones.

Transformación digital en silos

Hay quienes argumentan que la transformación digital en silos es solo una etapa inicial. Es decir, es normal que departamentos como ventas, marketing o TI sean los primeros en adoptar soluciones avanzadas, ya que la demanda de tecnología en estos sectores suele ser más urgente. Sin embargo, el problema surge cuando estas iniciativas no se comunican y no siguen un plan estratégico de crecimiento. Es como tener un motor de última generación en un coche cuyas llantas están desgastadas: la parte más moderna no garantiza que todo el vehículo funcione bien, ya que hay componentes críticos que no recibieron la atención debida.

Es muy común, por ejemplo, ver empresas invirtiendo mucho en plataformas de CRM para mejorar la relación con el cliente y, al mismo tiempo, mantener procesos de pago, facturación o incluso recursos humanos de forma manual y desconectada. Estas disparidades generan cuellos de botella que, al final del día, pueden inviabilizar la efectividad de esa herramienta de CRM, porque los datos terminan no siendo sincronizados con el área financiera o con el área operativa. Así, la organización no puede tener una visión única del cliente o de los procesos, y el uso de datos para la toma de decisiones se ve perjudicado.

Digitalización de procesos e integración: ¿por qué es importante?

Imagina una empresa que todavía maneja una infinidade de documentos en papel, exigiendo que cada uno sea firmado manualmente por varias instancias, luego digitalizado y archivado en sistemas diferentes. Ahora, contrasta esa realidad con otra, en la que los documentos ya nacen digitales y circulan por un flujo de aprobación automatizado, notificando automáticamente a los responsables en cada etapa, almacenando versiones anteriores y permitiendo firmas electrónicas con validez legal. En este segundo escenario, no solo se reduce drásticamente el tiempo de procesamiento, sino que también se gana en seguridad, trazabilidad y cumplimiento regulatorio.

La gran diferencia de digitalizar procesos de punta a punta no solo está en la reducción de costos operativos, aunque ese sea un factor relevante, sino en la creación de un ecosistema integrado que permite una toma de decisiones más ágil y basada en datos confiables. Si cada departamento utiliza herramientas aisladas, es mucho más difícil compilar la información para generar ideas sobre el rendimiento del negocio en su conjunto. Ya cuando los procesos están unificados, los datos pueden ser recopilados, tratados y analizados en tiempo real, abriendo espacio para análisis predictivos que ayudan a anticipar problemas e identificar oportunidades.

Otra gran ventaja es la mitigación de riesgos, especialmente en un escenario en el que la seguridad de la información y la privacidad de los datos están cada vez más reguladas por legislaciones como la LGPD en Brasil y el GDPR en Europa. Cuando un proceso se digitaliza, es más fácil implementar políticas de cifrado, respaldo automático y control de accesos. Esto reduce considerablemente la probabilidad de filtraciones, pérdida de documentos y fraudes. Además, el cumplimiento legal se vuelve más sencillo de demostrar ante los organismos fiscalizadores, ya que todas las interacciones quedan registradas y auditables.

No podemos olvidar el impacto en la experiencia del cliente, tanto interno como externo. Los clientes finales tienden a valorar las empresas que ofrecen interacciones rápidas y eficientes, sin exigir que llenen formularios en papel o hagan llamadas interminables para resolver pendientes. Por otro lado, los colaboradores también se benefician de flujos de trabajo más ligeros, que eliminan retrabajos y manejo de documentos físicos. Esto mejora la satisfacción interna, la productividad e incluso la retención de talentos, ya que los profesionales que trabajan con tecnologías actualizadas tienen la sensación de formar parte de una organización innovadora.

Caminos para la digitalización efectiva y las perspectivas futuras

Una forma de afrontar este escenario es entender que la digitalización de procesos debe ser un proyecto corporativo de alcance total, que involucre a todos los liderazgos y, idealmente, cuente con el apoyo directo del nivel C (como CEOs, CFOs y CIOs).

Esto garantiza que la migración de lo analógico a lo digital sea conducida no solo por la voluntad de un departamento u otro, sino como un valor estratégico que atraviesa toda la organización. De la misma manera, este apoyo de arriba hacia abajo ayuda a vencer posibles resistencias y a priorizar inversiones de manera más coherente, lo que facilita mucho la adopción de nuevas plataformas y metodologías.

Una vez que el proceso de digitalización esté en la estrategia del negocio, es hora de poner en práctica el plan. El primer paso hacia una digitalización efectiva es mapear toda la cadena de procesos, identificando cuellos de botella, redundancias y oportunidades de automatización. Esto requiere un trabajo de consultoría o de equipos internos que conozcan profundamente cada etapa del negocio. Sin este diagnóstico, se corre el riesgo de invertir en herramientas que no dialogan con las necesidades reales de la organización. A continuación, es fundamental priorizar los procesos que generan más valor o que tienen mayor impacto en la satisfacción del cliente. Esta priorización ayuda a demostrar resultados más rápidos, creando una cultura de confianza y compromiso en torno a la digitalización.

Otro aspecto importante es la elección de tecnologías escalables. Optar por soluciones que ofrezcan integración a través de APIs, por ejemplo, permite que las empresas añadan nuevos módulos y funcionalidades a medida que crece la demanda. De esta manera, se evita el problema de crear nuevas "islas digitales" que, una vez más, no se comunican entre sí. Además, es necesario prestar atención a la arquitectura de datos, asegurando que existan patrones para el almacenamiento y la gobernanza de la información. Sin estos cuidados, la empresa puede acabar con un volumen gigantesco de datos que no aportan ninguna inteligencia al negocio.

El cambio cultural tampoco puede ser dejado de lado. La digitalización efectiva requiere que gerentes y colaboradores comprendan los beneficios de esta transformación, abandonen la mentalidad de "siempre lo hemos hecho así" y estén dispuestos a aprender continuamente. Invertir en programas de capacitación, talleres y comunicación interna es esencial para romper barreras y promover la adhesión. Además, se recomienda un seguimiento constante de métricas que demuestren el valor de los cambios, como la reducción de tiempo en ciertos procesos, el ahorro de recursos y el aumento en la satisfacción de los clientes. Estos indicadores proporcionan pruebas concretas de que el camino adoptado tiene sentido.

En cuanto a las perspectivas futuras, vale la pena considerar que la digitalización de procesos es solo la base para innovaciones aún más transformadoras. Una vez que la empresa cuenta con flujos totalmente digitales, puede explorar soluciones de inteligencia artificial, automatización robótica de procesos (RPA) y análisis predictivo. Con la IA, por ejemplo, es posible automatizar tareas complejas e incluso crear sistemas capaces de tomar decisiones basadas en algoritmos de aprendizaje automático. La RPA, por su parte, puede manejar grandes volúmenes de tareas repetitivas, liberando a los colaboradores para funciones más estratégicas. La análisis predictivo permite anticipar tendencias y comportamientos, posibilitando que la empresa sea proactiva en lugar de reactiva.

La digitalización completa de procesos también abre camino a nuevos modelos de negocio. Empresas que antes dependían de procesos manuales para interactuar con clientes y proveedores pueden, al digitalizarse, crear productos y servicios completamente nuevos, orientados a experiencias digitales. Esto genera ventajas competitivas e incluso puede permitir la entrada en mercados globales, especialmente cuando la infraestructura tecnológica está preparada para escalar y atender demandas de diferentes regiones. Por ejemplo, el comercio electrónico explotó en los últimos años precisamente porque las cadenas de valor se digitalizaron en gran medida, yendo mucho más allá de simplemente crear un sitio para ventas: implica integraciones con sistemas de logística, pago, análisis de datos, marketing automatizado y soporte al cliente.

En resumen, la respuesta a la pregunta "¿ya hemos llegado a esta fase de digitalización de procesos?" todavía es "depende". Existen empresas que ya han dado saltos significativos y pueden sentirse orgullosas de tener una cadena prácticamente toda integrada. Algunas aún están gateando, atrapadas en rutinas fragmentadas y silos departamentales. El factor común, sin embargo, es la conciencia de que el mercado no esperará a quienes están atrasados. La competitividad, la eficiencia e incluso la sostenibilidad de un negocio van de la mano con la capacidad de digitalizar procesos de manera integral e integrada. Así, más que una tendencia, la digitalización deja de ser una opción y se convierte en una obligación para quienes desean prosperar en un mundo cada vez más marcado por la innovación y la velocidad de los cambios.

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