En el universo del marketing digital, la compra de seguidores en Instagram es una práctica controvertida, pero muchos usuarios parecen no entender, en realidad, el impacto – o la falta de él – de esta modalidad. En pleno 2024, donde las relaciones importan más que los números, todavía es común que marcas e influencers busquen un atajo fácil para aumentar el alcance en las redes. La vanidad, sumada a una presión social por la validación basada en la grandeza, convirtió este método en algo cotidiano.
En la superficie, comprar seguidores parece ser inofensivo y solo ofrecer estatus, pero la verdad es que hay una serie de problemas y fragilidades que, por regla general, reducen el potencial de la comunicación digital a una farsa, enmascarando métricas y comprometiendo la confianza del público. Para entender este punto, basta pensar en el concepto que el marketing de influencia proporciona a las redes sociales. Una planificación ética del perfil de Instagram siempre se construirá sobre la base de conexión, autenticidad y credibilidad.
La verdad es que la cantidad, por más impresionante que sea a primera vista, no es un indicador seguro de influencia o eficacia, especialmente cuando se manipula. Parece obvio, pero al final de cuentas, quien sale perdiendo es el marketing de influencia.
Compromiso vs. Estado digital
El estudio "El Informe de Marketing de Influencers 2024" de Sprout Social muestra que casi la mitad de los consumidores (49%) realiza compras motivadas por influencers, reflejando la intención estimulada por la interacción genuina. Sin embargo, el "olfato" de los internautas ya está afinado en relación con los anunciantes que inflan las cuentas con robots. Este año, una encuesta global de Adyen y el Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales (CEBR) reveló que el 11% de los usuarios que compran en redes sociales son reacios por miedo a sufrir fraudes.
Con eso, cuando hay una manipulación en el alcance de los perfiles, los consumidores tienden a cuestionar la legitimidad no solo del influencer que promociona, sino también de la empresa que lo contrató. La compra de seguidores crea una ilusión de popularidad que puede llevar a campañas frustradas, ya que reemplaza la interacción genuina con el público por un desvío que no sostiene el compromiso a largo plazo y además debilita la relación de confianza entre marcas y clientes.
Llegar al público objetivo de la manera correcta, para que se interese por el influencer y la empresa de forma auténtica, requiere esfuerzo, pero unas estrategias claras pueden servir como elementos indispensables para realizar acciones fiables y concretas.
¿Cómo diferenciar y elegir al influencer ideal?
Diferenciar un perfil auténtico de aquel que "compró" influencia es un paso inicial y requiere atención a algunos detalles. Dos indicadores principales ayudan a detectar este comportamiento: la tasa de participación irregular, es decir, si un influencer tiene miles de seguidores, pero un nivel muy bajo de me gusta, comentarios y compartidos; e interacciones sospechosas y genéricas, que se repiten con frecuencia o parecen haber sido escritas por inteligencia artificial.
Es posible observar la importancia que el influencer otorga a sus respectivos seguidores, considerando el nivel y la calidad de los diálogos. Comentarios sin respuesta o falta de manifestaciones del propio perfil sobre publicaciones recientes pueden simbolizar la falta de compromiso real con la audiencia.
¡Pero cuidado! Influencers también sufren fraudes
Existe una gran diferencia entre los influencers que compran seguidores y los que sufren con comentarios automáticos de robots: una práctica que escapa al control del profesional y que no implica una manipulación deliberada de los números. Reconocer esta distinción ayuda a evitar juicios precipitados y permite que las marcas seleccionen socios basándose en criterios más justos y relevantes.
El marketing de influencia cree en la plena autenticidad del creador de contenido, ya que lo que ofrece a los usuarios es la verdadera razón para construir una relación segura. Los consumidores de hoy tienen una mirada crítica. Ellos son totalmente capaces de percibir la diferencia entre los influenciadores de calidad y cantidad. Al elegir anunciantes, las marcas deben tener en cuenta las métricas que realmente importan: el compromiso concreto, la calidad del contenido y la capacidad de establecer una conexión transparente.