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Reputación de afuera hacia adentro

Ninguna empresa u organización está sola. Eso es obvio. Pero no siempre los impactos de estas relaciones están bien establecidos cuando el tema aborda la reputación y su impacto en ventas y negocios.

Imagina una empresa de gran tamaño. Ella necesita apoyarse en una cadena de suministro que puede sumar miles de otras compañías, que a su vez compran productos, servicios, insumos y materias primas de muchas más. En un mundo con cuestiones ESG en la agenda, todo ese universo pesará a favor (o en contra) de la empresa contratante.

Para quienes aún imaginan que esta agenda es filosófica, ideológica o lejana, algunos hechos muestran lo contrario. En la cuestión ambiental (la E de ESG), el Consejo Europeo aprobó el año pasado una especie de impuesto sobre la emisión de carbono de las empresas exportadoras a los países de la Unión Europea (Mecanismo de Ajuste de Fronteras de Carbono, o CBAM). El mecanismo afectará las importaciones de productos intensivos en carbono, como mineral de hierro, fertilizantes y cemento.

A finales del próximo año, los comerciantes deberán informar sobre las emisiones y se espera que su implementación comience en 2026.

Además, en abril el Parlamento Europeo aprobó la Directiva de Debida Diligencia Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CS3D), que exige a las empresas europeas con más de mil empleados verificar sus cadenas de valor, desde la extracción de materias primas hasta la distribución del producto final, lo que involucra incluso a proveedores que inicialmente ni siquiera tienen una relación comercial con Europa, como un vendedor de carne o algodón a empresas que –estas, eso sí– exportan a empresas europeas.

La crisis financiera de 2008 desencadenó compromisos más ajustados de las instituciones financieras con el riesgo de sus clientes, definidos en el llamado Acuerdo de Basilea. A pesar de ello, situaciones como la reciente caída de Americanas suscitaron sospechas de colaboración de instituciones financieras en la operación de maquillaje del balance.

Es decir, creyendo o no, gustando o no, muchas compañías estarán involucradas en el juego bajo pena de impacto comercial. Las grandes ya se están preparando, con mayor o menor profundidad. Natura comenzó a medir indicadores ESG en toda su cadena de valor en 2021 y identificó que el 96% de su impacto climático está relacionado con esa cadena, tanto antes como después de la fabricación, incluyendo consumo y descarte. También creó elPrograma Embrace, para envolver a cadena en iniciativas de impacto positivo. Una de las galardonadas fue Wheaton, cuya huella de carbono cayó con la adopción de biometano en hornos. Este año Natura anunció también su Alianza Regenerativa, para capacitar a los socios en la adopción de soluciones sostenibles.

AVivoTambién anunció la anticipación de su meta de cero emisiones netas para 2040 a 2035, con miras a reducir las emisiones de alcance 3 (cadenas de proveedores y clientes). Un desafío gigante para quienes tienen 1,2 mil proveedores y más de 110 millones de clientes. Primero, se comprometió con un programa con 125 proveedores intensivos en carbono, emisores del 85% del total de la cadena, para ayudarlos a estructurar planes de acción; el 61% de ellos ya se unieron a la iniciativa (la dificultad es mayor con empresas pequeñas y medianas). El GPA también exige a sus proveedores la adhesión a unacarta con principios éticos. Pero esto no fue suficiente para crear barreras contra los productores de vino cuyos proveedores, a su vez, incluían empleadores de mano de obra en situaciones análogas a la esclavitud, como Salton y Aurora (lo que puede demostrar la complejidad de abordar la cuestión de la cadena de valor y sus impactos).

Mientras tanto, el Banco ABC, que apunta a clientes corporativos, anunció recientemente medidas para incentivar a sus clientes hacia la economía verde: la idea es mostrar cuántas toneladas de carbono, por ejemplo, puede generar un financiamiento o préstamo y orientarlos en la adopción de mejores prácticas.

En contra de las gigantes, la marca francesa Vert fabrica en Brasil sus zapatillas codiciadas por personalidades como Kate Middleton y Emma Watson. La empresa nació para fabricar calzado con respeto al medio ambiente y remuneración justa de su cadena productiva, elegida cuidadosamente. Sostenibilidad y transparencia permiten que la empresa cobre precios similares a los de líderes globales y llevaron su facturación a 250 millones de euros (alrededor de R$ 1,3 mil millones), prácticamente por su reputación, transmitida de boca en boca.

El ejemplo muestra que el compromiso real (y no solo buenas intenciones o greenwashing) construye reputación y ventas con apoyo que proviene del exterior (en este caso, de los proveedores). Es decir, cada vez más todas las empresas serán impactadas, más temprano que tarde, por quienes están fuera de casa, desde proveedores hasta clientes. Entender esa ecuación ayudará a mantener las ventas en paz.

Claudia Bouman
Claudia Boumanhttps://www.linkedin.com/in/claudiabouman/
Claudia Bouman es especialista en reputación de marca y socia de Percepta Reputación Empresarial. Maestra en Comunicación, posgraduada en Marketing por la ESPM y la Universidad Internacional de Florida, con más de 25 años de experiencia en el mercado, trabajando principalmente en las áreas de Planificación, Marketing y Comunicación en diversos perfiles de empresas. Profesora y conferencista para cursos de pregrado y posgrado. Es coautora del libro: Un profesional para 2020 – Editorial B4.
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