Desde la antigua Grecia hasta la actualidad, se busca comprender, juzgar, criticar y perfeccionar el comportamiento moral y la conducta humana en sociedad. Esta perseverancia humana siempre ha tenido un objetivo común, establecer una forma de vida mejor para todos nosotros – sociedad. A esto le llamamos "ética".
Al mismo tiempo que vamos delineando lo que sería ético o no, establecemos estándares de conducta que se convierten en hábitos, tradiciones e incluso códigos y leyes. Para asegurar que estas conductas sean seguidas por todos, muchas organizaciones han establecido los llamados programas de ética y cumplimiento. En Brasil, algunas instituciones públicas incluso dieron un nombre más completo, los llamados programas de integridad.
Este avance ocurrió en gran medida a expensas de los escándalos de corrupción que azotaron principalmente a Estados Unidos a partir del año 2000 con el caso Enron y posteriormente afectaron a grandes empresas europeas hasta llegar a Brasil con el mensalão y la operación Lava Jato.
Los resultados de estas investigaciones fueron muy similares, las empresas pagaron multas extremadamente duras, ejecutivos, socios e incluso consejeros fueron despedidos, procesados y encarcelados sin contar los daños inmensurables a la imagen y las reputaciones grabados para siempre en libros, artículos, periódicos, películas, entre otros medios. Aunque las empresas involucradas hayan cambiado de razón/social y dirección, siempre serán recordadas por los hechos ocurridos. La memoria digital no perdona, es eterna.
Por el lado positivo, estas grandes corporaciones tuvieron que establecer los llamados programas de ética y cumplimiento (o integridad), estos programas involucraron la aplicación de diversos elementos como la implementación de controles internos y la educación continua sobre ética, leyes, códigos y estándares de conducta esperados por la sociedad en su conjunto. Además de garantizar la efectividad del compromiso contractual y jurídico entre todas las partes involucradas, se han implementado elementos adicionales, como la gestión continua de riesgos anticorrupción, procesos para evitar conflictos de interés, auditorías, canales de denuncia independientes e investigaciones continuas para asegurar el más alto estándar de integridad.
Por otro lado, ¡no todo son flores! Los afectados por estos procesos reaccionaron y, al igual que en Italia con las operaciones "Mano Limpia", los implicados en la operación Lava Jato tuvieron su revés. A pesar de los avances hacia estándares de conducta más éticos, lo que se vio en los últimos años fue una relajación del proceso de sanción y de nuevas iniciativas de investigación. Ejecutivos y entes políticos tuvieron penas atenuadas e incluso canceladas, así como fiscales fueron perseguidos y/o abandonaron la fiscalía.
Para complementar esta trama, recientemente las decisiones del nuevo gobierno estadounidense también han contribuido al debilitamiento de la lucha contra la corrupción. Por decisión del Presidente estadounidense, una de las leyes más importantes que impulsaron las investigaciones contra la corrupción gubernamental en todo el mundo, la Foreign Corrupt Practices Act (FCPA), sufrió una solicitud de suspensión de sus efectos junto con una orientación al departamento de justicia estadounidense para que las investigaciones contra empresas e individuos se detuvieran.
Además, debido a lo mencionado anteriormente, hemos estado siguiendo el crecimiento de un escenario donde muchas empresas ya no toman en serio los programas de integridad. Hemos visto varias empresas con programas de integridad sin ninguna efectividad, solo para que la empresa diga que tiene algo o incluso solo para participar en licitaciones, pero en la práctica no tienen nada. O entonces, nuevamente la unión de integridad con el departamento jurídico, así como la juniorización del liderazgo de la integridad para atender únicamente a los intereses comerciales de las empresas. Las empresas no quieren al responsable de integridad en la mesa, sino que sea solo un "cumplidor de órdenes".
Cuáles son los efectos de este revés en los programas de integridad corporativa y el grado de impacto aún es incierto. Los guardianes de estos programas, conocidos como "oficiales de cumplimiento" o ejecutivos de cumplimiento, están aturdidos y muchos se refieren a los tiempos actuales como tiempos difíciles o incluso tiempos "extraños". Además, el apoyo de la Alta Dirección realmente se debilitó. Por si fuera poco este revés, también vemos ataques a una serie de otros programas que también involucran la ética de la vida, como la cancelación de programas de diversidad e inclusión o incluso programas de sostenibilidad como ESG.
Ante este escenario, la duda, la incertidumbre y el miedo a la regresión se establecen. En principio, es posible que algunas empresas adopten rápidamente la nueva tendencia mediante reorganización, juniorización o incluso disminución de dichos programas de ética y cumplimiento, demostrando claramente que no lo hacían por principio o valores, sino únicamente por obligación.
Sin embargo, otras deben mantener un determinado estándar porque han comprendido que un programa de integridad va mucho más allá del cumplimiento de las leyes. Una empresa con el más alto estándar de conducta tiene mucho que ganar, además de la reputación y la imagen, todo su ecosistema de proveedores, socios, clientes y principalmente colaboradores desean un modo de vida mejor, más ético. En este entorno íntegro, las relaciones son más fuertes y transparentes, los resultados son más sólidos y sin duda hay un todo que quiere ver a esta empresa triunfar.
Y para aquellos que no creen en la ética, en el cumplimiento o en la integridad, aquellos que solo creen en ganar dinero y en la supervivencia del más astuto, es necesario un recordatorio:
Primero, todo movimiento es pendular, todo lo que va también vuelve. Hoy, vivimos un momento de ataque a los preceptos éticos, conceptos ya comprendidos, juzgados, perfeccionados y probados. Ya no es necesario probar que la corrupción es perjudicial para el bienestar social de todos. Por eso, cuidado, este péndulo va a regresar. Principalmente cuando vuelvan a surgir nuevos y mayores escándalos de corrupción pública y privada. La sociedad está cansada de ser engañada.
En segundo lugar, la tercera ley de Newton ya no necesita ser comprobada, toda acción tiene una reacción de igual proporción correspondiente. Este intento de desconstruir los avances logrados en pro de la sociedad ha generado contrariedad que pronto se convertirá en una fuerza opuesta. Promotores, jueces, ejecutivos de cumplimiento, defensores de la ética, de la sostenibilidad, consejeros entre otros no están parados, están reflexionando, incluso contrariados, en busca de una solución que vendrá. Dice la frase "piensa que el cumplimiento es malo, intenta no cumplir". Lamentablemente, muchas empresas están embarcando en este riesgo. Lanzaron una moneda al aire y esperan que la moneda no caiga al suelo.
Tercero, para quien ya ha visto y vivido los escándalos de numerosas empresas públicas y privadas involucradas en corrupción, personas arrestadas y condenadas, negocios y familias destruidos y una mala reputación eternizada, sabe que aflojar todos estos programas es asumir un enorme riesgo. Para aquellas empresas que valoran la buena gobernanza y para aquellos consejeros que tuvieron que juntar los pedazos después de desastres, ¿se aprendió alguna lección o será necesario otra lección en unos años?
En fin, para todos aquellos que tienen la ética por principio, no por obligación, es tiempo de resiliencia, es cierto que la cizaña y el trigo serán separados pronto. Hasta entonces será necesario remar sin viento, tener paciencia, seguir firme y no retroceder porque al final la integridad prevalece.