La creciente dependencia de sistemas digitales interconectados ha convertido la infraestructura cibernética en uno de los pilares fundamentales de la economía global. Sin embargo, esta conectividad también ha revelado vulnerabilidades críticas. Según el informe de IBM, en 2023, el coste medio de una fuga de datos alcanzó el récord US$ 4,45 millones, reforzando el impacto financiero de errores y ataques hackers.
En los últimos años, el mundo ha sido testigo de una serie de incidentes perjudiciales para empresas y usuarios. En julio, un fallo en uno de los sistemas de seguridad de CrowdStrike afectó a 8,5 millones de ordenadores en todo el mundo. En 2022, el ataque al Oleoducto Colonial en Estados Unidos, paralizó una parte importante de las operaciones de la red de oleoductos más grande del país, interrumpiendo el suministro de combustible y generando una crisis temporal.
Incidentes como estos, además de causar pérdidas financieras multimillonarias, comprometen la información personal y estratégica, destacando la urgencia de estrategias sólidas de ciberseguridad. La pregunta que ahora surge ya no es si ocurrirá un colapso, sino cuando y como las organizaciones se están preparando para reducir los impactos del próximo ciberapagón.
“Las ciberRESPUESTAS no sólo ponen en peligro las operaciones comerciales, sino que también exponen a los gobiernos a vulnerabilidades, interrumpiendo servicios críticos y comprometiendo los datos confidenciales de SENTH, analiza Guilherme Barbosa, ingeniero de sistemas de Unentel, distribuidor de soluciones tecnológicas para el mercado B2B. El especialista advierte que los ataques de ransomware y las fallas en sistemas críticos como CrowdStrike pueden desencadenar verdaderos apagones globales si no se contrarrestan con enfoques sólidos de ciberseguridad.
Con la digitalización, la economía global ha llegado a depender en gran medida de la computación en la nube, centrándose en un número cada vez menor de proveedores de estos servicios; pero el diversificación de proveedores de tecnología reduce la dependencia de un único punto de fracaso, mientras creación de planes de respuesta a incidentes garantiza que en caso de ataque, las operaciones se puedan reanudar rápidamente.
Además, la inversión en tecnologías avanzadas como inteligencia artificial para detectar anomalías y sistemas de cifrado mejorados, son esenciales para proteger los datos sensibles formación continua de equipos es fundamental garantizar que los empleados estén capacitados para identificar y abordar amenazas mediante la implementación de prácticas efectivas de ciberseguridad.
“Diversificar proveedores y adoptar planes sólidos de respuesta a incidentes son las primeras acciones que las empresas y los gobiernos deben tomar para mitigar los impactos de un apagón cibernético. Aunque el riesgo es concreto, la gravedad se puede minimizar significativamente con un intercambio eficiente de información y una respuesta ágil a ataques a gran escala”, concluye Guilherme.